¿Quién no ha jugado alguna vez a adivinar la comida que toca ese día en casa tan solo con el olor?
Admitámoslo, todos.
Y es que se ha demostrado que los olores repercuten directamente en nuestras decisiones, como si no lo supiéramos ya… A ver quién es el que se resiste a entrar a una panadería con olor a dulce recién horneado, POCOS.
El marketing olfativo se basa en el empleo de aromas en locales comerciales con la finalidad de suscitar diferentes emociones para influir en los comportamientos de los clientes.
Este tipo de marketing se puede aplicar y extrapolar a todos los campos que nos imaginemos.
No sólo sirve para crear la necesidad o para que nos apetezca un producto en un momento puntual, sino que sirve para identificar, recordar y asociar ese olor a distintos aspectos, marcas o productos.
Según algunos estudios el olfato es el sentido que más tenemos vinculado a los sentimientos, de hecho las personas recuerdan un 35% de lo que huelen.
Por ello, son muchas las tiendas de moda hoy día que tienen olor propio, que se identifican y diferencian del resto, ¿para qué? Para crear un ambiente agradable, único y específico que el consumidor recuerde y haga que se diferencie de la competencia.
Otra de las posibilidades que tiene este tipo de marketing, es el que llevó a cabo Dunking Donuts, en el que sus publicistas y creativos elaboraron una campaña enfocada y realizada para bombardearnos los sentidos al mismo tiempo de formas diferentes.
Utilizaba la dispersión de partículas con olor de café recién hecho en los autobuses en el momento en que en la radio sonaba la cuña de la marca. Esta creativa estrategia se bautizó como ‘Flavor Radio’, y consiguió que aumentaran un 29% las ventas de los establecimientos cercanos a las paradas de autobús.
En el marketing ya no se trata sólo de influir en el comportamiento del consumidor, sino de apelar a las emociones.
“Todo lo que deseas, es lo que necesitas” Mao Tse-Thung.